sábado, 6 de febrero de 2010

Desde mi seso II

No suelo levantarme tan temprano, prefiero dormir hasta que el sol caliente demasiado mi cuarto como para no aguantar el calor entre las sabanas, pero hoy fue un día distinto.
El día de trabajo empezó a las 5:30 am, mientras la oscuridad y una porción de neblina densa cubría el lugar donde nos encontrábamos, Cerro Alux. En plena oscuridad es imposible analizar vegetación, así que nos sentamos y esperamos a que realmente amaneciera, y así fue. 6:15 am y el solo empezaba a iluminar el área, apenas si se lograba divisar pues la neblina no permitía ver tanto. Muchas veces los fenómenos naturales sorprenden y dejan apreciar su arte. La neblina empieza a desaparecer y le da entrada a un sol casi resplandeciente, unos brochazos de naranja se observan en el horizonte y me hizo pensar en esas películas (tontas por cierto) sobre el fin del mundo y un nuevo resurgimiento del mismo. El sol que nacía dejaba pasar rayos de luz sobre las no tan tupidas copas de los árboles y el roció de las hojas empezaba a caer lentamente, gota por gota. Entonces, ahí fue cuando recordé el por qué de haber decidido ser bióloga.
Realmente es hermoso ver nacer un nuevo día, días que a veces uno los nubla con su mal genio o "tragedias" (cosa que ahora estoy dejando muy en el pasado). Realmente es hermoso ver el arte que a diario nos da la vida, y no solo nuestra vida si no que también la vida de una planta, un ave, incluso un pequeño insecto.
Desearía poder vivir lejos de la insoportable cuidad y lograr formar una mejor vida perdida en medio de un bosque solitario (otra ventaja de la naturaleza, no tendría necesidad de refri para enfriar las chelas, la temperatura del lugar lo haría por mi).

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